viernes, 10 de enero de 2014

Mis compañeras de vida

Hay una cosa en la que afortunadamente no he caído y en la que espero no hacerlo: dejar de lado a mis amigas cuando empecé con mi novio. Hay muchas chicas que lo hacen y, en mi humilde opinión, es un error.
Un día escuché algo que me sacó los ojos de las órbitas. La verdad, es que la culpa la tengo yo, por ver cosas que no debo. En un momento de aburrimiento y zapping, me detuve en Telecinco (Telecirco, como lo llama alguno de mis niños) y puse “Mujeres y hombres y viceversa” (no comments). Y justo en ese momento, una de las chicas dijo “es que tus amigas te pueden fallar en cualquier momento, pero tu novio va a estar siempre ahí”. ¡Me quedé atónita! Pobre chica, ¿no? Ha tenido que tener mala suerte en la vida con sus amistades para afirmar eso con tanta seguridad. Claro, que teniendo en cuenta que estaba en un programa donde se busca pareja, supongo que sentimentalmente tampoco le ha ido bien.
Así que, después de una noche de chicas, en las que he podido disfrutar de alguna de ellas, sigo agradecida porque estén siempre ahí, aunque soy consciente de que eso hay que trabajárselo con el tiempo, y no dejar que se olviden de ti. ¡Hay tiempo para todo!
Con el permiso de todas ellas, os las presento para que conozcáis quienes son, junto a mi familia, quienes todos los días me dan estabilidad y felicidad.

23/9/11

Romeos esfervescentes II

Ha vuelto a pasar. Una amiga de la Vasca ha sido victima de la “simpleza” de los hombres.
Conoció a un chico que, aparentemente, estaba muy interesado en ella. Ella al principio no tenía interés, pero después de que él consiguiera que le picara la curiosidad, le ha dado el palo. Le dijo el viernes: “Te llamo este finde y nos vemos”. Es lunes. No tuvo noticias ni el sábado ni el domingo.
¿Por qué les cuesta tanto trabajo avisar si no pueden/quieren quedar contigo? ¿No se dan cuenta de que si nosotras tenemos una cita nuestra vida gira alrededor de eso? Y lo peor de todo: ¿por qué nosotras no aprendemos? Nos pasa en todas las edades: la ilusión, el ¿qué me pongo?, el no hablar de otra cosa con tus amigas… Escuchas historias de chicas de 18, y son las mismas que las de chicas de 38. Lo peor de todo vuelve a ser la cara de tonta que se te queda cuando te llaman unos días después, para quedar cuando a ellos les viene bien.
Y ellos, como están ocupados o cansados, pues no te llaman. Es evidente: si no van a quedar, ¿por qué te van a llamar? ¿Para qué van a hacerlo? ¿De verdad les cuesta tanto mandar un mensaje, o es que ni siquiera se les ocurre? Yo creo que opción B.
Esto corrobora una teoría que he ido perfilando a lo largo de los años: los hombres no son complicados en absoluto. Son tan alucinantemente simples, que no nos lo podemos podemos creer. Los hacemos complicados nosotras.
Así que tenemos que aclararnos. ¿Por qué no evolucionamos todos un poco? Ellos diciéndonos qué van a hacer; nosotras, no paralizando nuestro mundo y haciéndolo girar a su alrededor. Así nos ahorraríamos muchos quebraderos de cabeza: nosotras dejaríamos de montarnos películas, y ellos no creerían que somos unas lunáticas paranoicas. Así nos conoceríamos todos mejor y ahorraríamos mucho tiempo, porque como sabiamente le ha dicho la Vasca a su amiga: “Si el barco se tiene que hundir, mejor que lo haga en el puerto, no en alta mar”.
Supongo que si la madre naturaleza nos ha hecho así, por algo será.
¿Y lo peor de todo? Continuará…


20/9/2011

Nocilla

No soy una persona que se vuelva loca por el chocolate (chocoholic, que se llama eso en inglés), pero de vez en cuando daría mi reino, si lo tuviera, por un poquito de chocolate. Lo que más se me antoja es la Nocilla.
Y ahí empieza el problema. Un día te entra ese antojo imparable y piensas que por un día no pasa nada. ¿Un día? ¡Tururú! Te lías la manta a la cabeza, y vas a comprar el bote más chico, que por muy chico que sea, te da para estar comiendo tú sola Nocilla durante más de una semana.
El primer día lo coges con muchiiiiiísimas ganas, pero al final terminas cogiéndole un poco de manía (sólo un poco, porque creo que es imposible cansarse de comer Nocilla). El problema es cuando empiezas con los remordimientos de conciencia: “¿Quién me mandaría a mí comprar Nocilla? ¡Ya se me podían antojar unas espinacas!”.
Deberían hacer porciones de Nocilla monodosis. Es una realidad que hay un gran % de la población que vivimos solos, y si podemos comernos un platito de lentejas ya hecho, en su justa medida, ¿por qué no podemos hacer lo mismo cuando queramos darnos un pequeño homenaje? ¿Es justo que si nos tomamos un poco de pan con Nocilla cuando estamos de bajón tengamos que pasar una semana pensando en las calorías que nos va a aportar ese breve momento de “alegría pal cuerpo”? Sin duda alguna no. ¡Bastante tenemos ya con lo nuestro!
Pero he descubierto una manera muy buena de deshacerme de la Nocilla rápidamente: coges una masa de hojaldre, la haces triangulitos, le pones una cucharadita de Nocilla, le das la forma de un croissant, 15 minutos en el horno y… ¡listo! ¡Ya tienes la mejor excusa para invitar a tus amigas a merendar!
Mmmmmmm. ¡Qué buena!


18/9/2011